Por Luis Fuenmayor Toro
Los procesos electorales en Venezuela, a partir de 1958, que fue cuando se estabilizó el sistema democrático representativo, no han estado nunca libres de fallas, ni de denuncias de fraude, pero, sin lugar a dudas, jamás tuvieron las graves y numerosas distorsiones ni perversiones desarrolladas en los últimos 12 años.
Aunque los responsables no lo quieran ver ni aceptar, o traten de esconder sus culpas detrás de las acciones del imperio gringo, la gestión gubernamental del presidente Maduro ha prácticamente acabado con el sistema electoral venezolano, que, si bien siempre estuvo lejos de ser el mejor del mundo, como lo creía y se ufanaba el comandante eterno, conservaba lo fundamental de los sistemas electorales occidentales. Eso se perdió y el proceso de mayo lo ratifica.
Las inhabilitaciones políticas inconstitucionales de la Contraloría fueron el primer signo de pudrición del sistema electoral, pues permitía una discrecionalidad total para entorpecer las funciones de la oposición política del país. Hoy, la situación se ha degenerado tanto, que ni siquiera se cumplen las formalidades inventadas para estos casos.
Se inhabilita y se rehabilita candidatos según una decisión ejecutiva, sin ningún respaldo formal, más allá de un acuerdo político entre el gobierno y la oposición afectada. El CNE instrumenta de inmediato y sin más trámites la orden recibida. Y quién no me crea, sólo tiene que ver como hoy, un opositor inhabilitado por muchos años reaparece habilitado de la noche a la mañana y con tarjeta.
Y no estoy diciendo que no se hagan acuerdos políticos, ni que no se converse. No. No se trata de eso. Tampoco estoy molesto porque ese líder opositor haya sido rehabilitado. He sido muy claro al decir que nunca ninguno ha debido ser inhabilitado en la forma en que lo fueron. Simplemente llamo la atención de que la descomposición es tal que ya no se guardan ni las formas. Al MAS y a Unión y Progreso, entre otros, les quitaron el uso de sus tarjetas sin ningún tipo de procedimiento legal. Y no se sabe si esta ilegalidad tiene una duración limitada o si es eterna o si los políticos afectados tienen que ir a algún sitio a “negociar”. Estas situaciones son inaceptables. Corina Yoris no se pudo inscribir, porque la página correspondiente del CNE no abría… Son hechos que no se llegaron a ver en el pasado, por lo menos con la frecuencia y el descaro con los que hoy aparecen.
Lo ocurrido el 28 de julio en las presidenciales ya fue algo extremo, que enturbiará los procesos electorales posteriores, entre ellos el del 25 de mayo próximo. Querámoslo o no, es así. Es la realidad que se nos impone y que no desaparece al cerrar los ojos, ni al culpar al imperio, ni al despotricar contra Maduro. Pero resulta que votar es un derecho ciudadano y estos derechos se defienden, y la mejor forma de defender un derecho es su ejercicio intransigente. Se manifiesta en las calles pese a la represión o a las amenazas de los cuerpos policiales, porque hay que defender el derecho a manifestar.
El derecho al voto se defiende votando, no absteniéndose, independientemente que haya el peligro de que te lo roben. Votar es continuar la lucha, abstenerse es rendirse, como lo dice Enrique Ochoa Antich.
Por lo tanto, hoy soy candidato a diputado de la Asamblea Nacional por Caracas, segundo de la lista y principal en el circuito 3 (El Recreo) en la fórmula de la Alianza del Lápiz, que dirige Antonio Ecarri. Ellos me lo propusieron y yo acepté. No lo estaba buscando, pero tampoco lo estaba rechazando. Ya había dicho claramente que había que votar en las elecciones de abril, que fueron postergadas para mayo. Las otras fórmulas opositoras: la llamada Alianza Democrática y la recién aparecida alianza de Capriles y Rosales no me llamaron, lo cual no me molesta en absoluto, entre otras cosas porque seguramente les habría dicho que no, lo cual no significa que no valore sus esfuerzos.
Nunca participé con la Coordinadora Democrática, ni con sus partidos. Enfrenté los alocados llamados a huelga general de 2001 y 2002, el golpe del 12 de abril de 2002 y los sabotajes petroleros de 2001 y de 2002-2003. Para entonces apoyaba y era parte del gobierno de Hugo Chávez, como Director de la Oficina de Planificación del Sector Universitario, donde se hizo una gestión impecable.
Ya fuera del gobierno, no apoyé la abstención electoral de 2005, que dejó a toda la Asamblea en manos del chavecismo, ni tuve nada que ver con las acciones posteriores de esos grupos opositores. Nunca apoyé a la MUD, ni el golpe de los plátanos en Altamira, ni los llamados a invasión extranjera. Tampoco el interinato delictivo de Guaidó, ni la candidatura de González Urrutia. Nada me une a esos grupos.
He hecho oposición seria, frontal, constructiva e irreverente al gobierno de Maduro, sin caer en el extremismo violento y aventurero, cipayo de los gringos y enemigo de la nación venezolana. Soy una buena opción para el pueblo opositor no invadido ni limitado por el odio y la venganza, sino estimulado por el deseo de justicia, la defensa de los derechos ciudadanos, el bienestar de la población venezolana, la defensa de la Constitución y la preservación de la democracia del voto directo, universal y secreto. Voten por mí y por Jorge Barragán en la lista de Caracas del Lápiz y voten por mí como candidato principal en el circuito 3 (El Recreo) de Caracas.
Comente